Silvia Herrera y Margarita del Valle en Guatemala
Conocí a don Víctor hará unos siete años. En esa oportunidad, vi antes la obra que la persona. Se trataba de preparar una exposición de fotografías en las galerías de un museo. Esas fotografías recogían el trabajo de varios años de la firma Rocasermeño y del Valle y la razón de la exposición era el retiro de uno de los socios. Me tocó organizar parte del evento de la inauguración y el montaje de las fotografías. Era la última vez que don Víctor se presentaba en público como seglar. Era la última vez que iba a usar un traje de calle y corbata. Era la última vez que, al decir de uno de los amigos, iba a dar un beso a las señoras que lo saludaban. Allí conocí a don Víctor. Pero antes de contar mi encuentro con él no debo olvidar un comentario en torno a las fotografías. Se trataban de muchas obras arquitectónicas que yo ignoraba que existiesen en mi país. Me sorprendió el sello distintivo de la solidez y durabilidad y la belleza de algunos conjuntos.
Area vacacional en Guatemala diseñada por mi tío Víctor y su socio Mario Rocasermeño
Llegó don Víctor. Me llamó la atención su afabilidad y enorme naturalidad y su posibilidad que, en esos momentos es casi imposible, de estar con todos y con cada uno a la vez.
Ya revestido para celebrar la Santa Misa, lo vi conmovido y nervioso en su primera celebración eucarística. Cómo distaban las imágenes dos imágenes que ahora guardo en la memoria: un hombre alto, fuerte y pausado en su primera Misa y un hombre alto, debilitado y más pausado en la última vez que le vi celebrando la Santa Misa.
COMO COLEGA
También le traté con cierta regularidad en los salones de clase de la Universidad del Istmo. El guardaba su computadora portátil, pues daba sus clases de Teología Dogmática, utilizando el Power Point y yo preparaba el proyector de diapositivas que iba a servirme para la clase de arte del siglo XX. Nunca faltó un saludo, un comentario cordial, esa naturalidad y afabilidad que le caracterizaron siempre.
COMO CONFESOR
Silvia Herrera Ubico
9 enero 2002
No hay comentarios:
Publicar un comentario