Durante la homilía que le predicó un amigo sacerdote irlandés a mi tío Víctor en su primera Misa en Roma en el año 1997 escuchamos lo siguiente:
También te tocó la gracia de tener unos padres cristianos ejemplares, y de vivir y crecer en una casa – “casa de Patricio” (también a mí, como irlandés, me gusta recordar el nombre) – donde era fácil crecer en una especial piedad eucarística, ya que teníais un Oratorio con el Santísimo reservado: privilegio singular. Y tu madre, esa madre con tanto buen humor, que realmente convenía y alguna vez haría buena falta a la madre de nueve hijos. Una madre con la lógica y especial ilusión por tener un hijo sacerdote. Claro, ya tuvo uno; pero las madres nunca se quedan satisfechas, y ahora desde el cielo se goza en tener dos. Te agradezco, Víctor, que me has hecho partícipe de un detalle de familia que quizá tu sólo conocías. Yo no sé si tu madre era un poquito mandona, como fue la mía, y como suelen ser casi todas las madres buenas. No contenta con que el Señor le diera la vocación sacerdotal a tu hermano Luis, quería que se la diera también a ti. Ya en el año 1957, cuando estabais celebrando por la tarde la ordenación de tu hermano Luis, ella escribió en el menú de la cena unas líneas para ti: te entregó ese menú, y tú lo has guardado todos estos años. Aquí lo tengo, y leo sus palabras: “Victtorio; con el corazón lleno de sublime ilusión para que Dios te escoja a ti también como sacerdote. Te beso con toda el alma. Tu madre Margarita María”. Buena madre, tozuda madre, que ha salido con la suya.Un hermano, sacerdote de la Compañía de Jesús. Y otro, sacerdote del Opus Dei. Eso es bonito. Así es la catolicidad – bendita variedad y la bendita unidad – de nuestra Madre la Santa Iglesia. Laus Deo! Gratias tibi, Deus!
Rev. D. Burke Gormac (Juez de la Rota Romana)